sábado, 22 de octubre de 2011

SI TE LEVANTAS MUY TEMPRANO, MUY TEMPRANO... LO UNICO QUE SUCEDE ES QUE TE LEVANTAS TEMPRANO


Todo sucede en un instante. No controlas ese instante y pierdes tu oportunidad. Eso es la esencia del rendimiento.
Quizás estabas demasiado nervioso, quizás no habías previsto con suficiente precisión lo que tenías que hacer, quizás no pusiste tu cuerpo a punto para ese instante … Sea como sea, las largas horas de esfuerzo, el tesón y la dedicación, la voluntad por conseguir habrán sido en vano, por que no has controlado ese instante.
¿Completamente en vano?. No, completamente no. Si de ese intento fallido somos capaces de extraer conclusiones verdaderamente útiles para el futuro; si somos verdaderamente capaces de aprender de nosotros mismos, de cómo actuamos y de las consecuencias de nuestras acciones, entonces el intento no habrá sido completamente en vano. Por que, aún fallando, eso nos hace mejores.
Y por cierto, ¿acaso no podemos aprender de nosotros mismos en la misma medida cuando tenemos éxito?. Entonces todo parece indicar que lo que nos permite aprender verdaderamente es el propio hecho de intentar. Lo de verdad importante es lo que sucede en ese instante. Un instante que, en algunos deportes, tarda apenas unos minutos y en otros días enteros. El instante de la acción.
¿Injusto?. ¿Por qué?. ¿Por qué desde nuestra más tierna infancia nos han explicado que con trabajo, con esfuerzo, con voluntad y sacrifico no hay nada que no se pueda conseguir?. ¡Falso!.
Esos valores magníficos nos convierten en arduos trabajadores y eso es una condición indispensable para el rendimiento. ¡Pero levantarse muy temprano, pero que muy temprano, muy temprano, para trabajar con ahínco no es la clave del rendimiento!. Como psicólogos del deporte, hemos visto suficientes personas que trabajando arduamente y aún perseverando en el esfuerzo no han logrado sus metas. Pero, ¿no es eso algo, que todos vemos a diario sin necesidad de ser psicólogos?.
¿Qué hacer entonces?. Pues indudablemente trabajar duro y si fuera necesario levantarse muy temprano, pero sin depositar nuestros anhelos en ello, como si fuéramos niños que anhelan que los reyes magos les traigan sus juguetes tal como se merecen.
Por que somos conscientes que al final nos jugaremos el logro de nuestros objetivos en un instante. Y somos valientes y nos preparamos para afrontar ese instante, no sólo sabiendo, si no aceptando plenamente que la posibilidad de fallar en ese instante existe. Y aceptando sin reservas que ni un millón de horas de trabajo nos hacen más merecedores del éxito que los demás; no importa que los demás hayan trabajado más o menos que nosotros.
Los psicólogos que se dedican al rendimiento deportivo suelen proponer aspectos para ser cada vez mejores en controlar ese instante. El instante de la verdad.
Podemos aprender a entrenar más inteligentemente, en previsión de ese instante. Podemos aprender a ver las situaciones de distinta manera, como retos o amenazas y controlar mejor nuestras emociones. También podemos aumentar nuestra capacidad de proceder ordenadamente para abordar ese instante. Podemos desarrollar formas para tener mayor control de nuestro cuerpo e incluso aprender a manejar nuestra concentración con mayor eficacia, …
Y aún con todo ello,… ¡Podemos fallar!. Aceptémoslo y seremos libres para enfrentarnos al instante, libres para rendir. Neguémonos esa verdad incómoda y el miedo a fallar nos atenazará.
No caben más mitos ni más valores sobrevalorados, que frecuentemente nos han sido vendidos como claves inmutables del éxito…
¡Todo sucede en un instante!.

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